Orientaciones:
La llegada de los invasores indoeuropeos implica un cambio notable: la sociedad se torna jerárquica, en cuya cúspide se sitúan los conquistadores, los cuales, durante mucho tiempo, practican una radical separación –racial, social, cultural, confesional– con los indígenas, al tiempo que inauguran una organización trifuncional (sacerdotes, señores guerreros y campesinos o siervos) y un tipo de asentamiento en forma de ciudades fortificadas que se sitúan en los altos promontorios naturales. Los testigos de los pueblos sometidos nos han legado numerosas descripciones de su aspecto físico: altos, fuertes, rubios y de ojos azules. Descripciones que, salvando las distancias, corresponden al tipo nórdico actual y que, obviamente, debieron sorprender, por inusuales, a los periféricos pobladores del entonces mundo civilizado, de pequeña o mediana estatura y rasgos oscuros. Pero, realmente, ¿de dónde venían esos conquistadores?, ¿quiénes eran?, ¿cómo eran?