Orientaciones:
El autor, no solo nos describe la vida política de las gentes de la Baja Andalucía, nos adentra en su sobrevivir, en su día a día, en el ansia por la falta del mendrugo de pan para echarse a la boca, en la lucha por recuperar la dignidad perdida. El enfrentamiento entre el anarquismo y el comunismo; la aparición del nacional-sindicalismo, que provocó, entre otras muchas cosas, que desde las filas comunistas o anarquistas muchos creyeran ver en la revolución que proponía la Falange una realidad viva y verdadera. Prueba de ello, son, entre muchos, Manuel Mateo o Enrique Matorras, dirigentes comunistas, Guillen Salaya o Nicasio Álvarez de Sotomayor, destacados anarquistas, que engrosaron las filas del nacional-sindicalismo y fueron asesinados -menos Salaya- por sus antiguos compañeros. Fueron tiempos difíciles, trágicos, llenos de esperanzas y frustraciones. El pueblo español necesitaba derechos y luchaba por ellos.
[del prólogo de Juan Antonio Llopart]