Orientaciones:
La primavera y las ruinas recobra un sentido poético ya perdido; la decadencia no solo alcanza al espíritu del hombre contemporáneo, subordinándolo a transacciones fiduciarias, sino que lo invade todo como un virus que carcome las artes y la literatura, y que ha degradado a la poesía.
Las piedras han cedido a la moldura mercantil y solo las bodegas subsisten en un horizonte conformado por bloques de concreto. El Usurero Mayor ha pensado así: “La aplanadora terraplén de la ciudad producirá mano de obra servil para la gran obra usurocrática de la Tierra Prometida”; sin embargo, el eco de las sagas no agonizó en los meandros invisibles de las Thules prohibidas, sino que resurge como el tronco talado de las encinas mitológicas.
Quisiera que los poemas de este libro continuaran como el repetir incesante de un himno hasta vencer la vociferación que animan los corifeos de salón, y quisiera también que La primavera y las ruinas continuara en distintas direcciones, pero solo hay una… ¡La del alma!
[Juan Pablo Herrera Castro]
Índice:
Desfiladeros de Cristal (Prólogo), José Luis Ontiveros / 11
Autorretrato / 13
La primavera y las ruinas
Caballería Secreta / 19
Rugidos / 39
Cabalgar el Tigre / 49
La Cascada y el Tigre / 57
Mirar al Tigre / 65
Porciones de Eternidad / 73
Heráldica / 79
Juego Infinito / 87
Prometeos / 99
Retumbar de Címbalos (Epílogo), Juan Pablo Herrera / 109
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