Orientaciones:
Los que nacimos en los primeros compases de la década de los 60, comenzamos a militar cuando la furia del activismo político, una práctica que había sido relegada durante 40 años, se adueñó de las calles españolas.
Cuando la transición gestada en la sombras del poder durante lustros toma por fin cuerpo, resultó imposible para cualquier joven o incluso adolescente, mantenerse al margen.
[…] la camaradería era sana y franca y se practicaba diariamente en Sedes que, a menudo y sin nosotros percibirlo, se convirtieron en los últimos reductos europeos donde, cual Mester, se transmitió el fascismo de primera –y última- mano.
Auténticos bunkers de los postreros derrotados, allí, en aquellos locales, los críos de mi generación tuvimos la singular ocasión de conocer a héroes de carne y hueso: Divisionarios que se habían dejado partes de su anatomía en el Voljov, Viejas Guardias que lucían orgullosos en la solapa el distintivo de Ex-cautivo, Camisas Viejas que escoltaron al Jefe aquí o allá, Excombatientes que nos traían libros de lomos devorados por el tiempo y que al abrir por determinada página macilenta señalaban con dedo y voz temblorosos y susurraban “yo estuve ahí”…
Apenas bostezábamos a la política y ya algunos de nosotros entendimos que aquel Credo que recién aprendíamos sería nuestro santo y seña, compañero de viaje por toda nuestra vida.
[Juan Antonio López Larrea]
Índice:
Giovanni Trochs | Prólogo 11
Introducción | 5.000 Filipinos 15
Capítulo I | Tempus fugit 23
Capítulo II | A verbis ad verbera 55
Capítulo III | ¡Vae victis! 107
Capítulo IV | Dulce et decorum est pro patria morí 117
Capítulo V | Aut Caesar aut nihil 131
Capítulo VI | Dies fugit sicut umbra 135
Epílogo | Facta non verba 139
Anexo | Documentos del Frente de la Juventud 143
Carta | Papá, ¿quién fue Juan Ignacio? 161